Hay un viejo adagio que reza que para entender el presente debemos conocer el pasado, es así que habría que remontarse al menos hasta la India para entender el origen del Karate-Dō (空手道). La base de las artes marciales asiáticas modernas podría decirse que nace de una mezcla de las primeras artes marciales chinas e hindúes. Ciertos relatos legendarios vinculan el origen del Shàolínquán (少林拳), más conocido como Kung-fu Shaolin, con la propagación del budismo desde la antigua India hacia China a principios del siglo V d. C., con la figura de Bodhidharma, quien según la leyenda fue quien comenzó el entrenamiento físico de los monjes del Templo Shaolin. Si bien es solo una teoría, se han encontrado muchos indicios en escritos históricos del período Gupta, es por ello que aún se cree que Bodhidharma, cuarto hijo de un rey de la Dinastía Pallava en el sur de la India, fue el fundador del Kung-fu Shaolin. Sin embargo, antes de entrar en los orígenes chinos del Karate, es preciso cubrir primero el tema de las artes marciales de la India.

Las artes marciales asiáticas se documentaron bien durante el período medieval, en el caso de Japón comenzaron con el establecimiento de la nobleza samurái en el siglo XII, en la China con tratados de la Dinastía Ming como el Jìxiào Xīnshū (紀效新書) que traducido sería algo como «Nuevo tratado sobre eficiencia militar», y en el caso de la India con textos como el Agní-purana (अग्नि पुराण) o el Malla-yuddha (मल्लयुद्ध).
Alrededor del año 630 d. C., el rey Narasimhavarman de la Dinastía Pallava encargó docenas de esculturas de granito que mostraban a combatientes desarmando a mano limpia a oponentes armados con un estilo similar al estilo descrito en el Agní-purana (अग्नि पुराण). De similar manera, el Malla-yuddha (मल्लयुद्ध) está estrechamente relacionado con los estilos de lucha del sudeste asiático como el Naban. De hecho, el Malla-yuddha incorpora técnicas de agarre, rotura de articulaciones, puñetazos, mordiscos, asfixia y golpe de puntos de presión/vitales. Más aún, en el Libro 4: Virata Parva, Sección XIII (Samayapalana Parva) del Mahābhārata (महाभारतम्), podemos apreciar un pasaje que explica con detalle técnicas de combate que bien pudieron ser las bases de lo que hoy conocemos como artes marciales asiáticas.

«Y Bhima (भीम) convocó a combate al atleta conocido con el nombre de Jimuta, que era como el Asura Vritra, cuya destreza era ampliamente conocida. Y ambos poseían un gran coraje, y ambos estaban dotados de una destreza terrible. Y eran como una pareja de elefantes enfurecidos y de gran talante, cada uno de sesenta años.
Esos dos valientes, tigres entre los hombres, se enfrentaron alegremente en un combate de lucha libre, deseosos de vencerse el uno al otro. El encuentro que tuvo lugar entre ellos fue terrible, como el choque del rayo contra el pedregoso pecho de una montaña. Ambos eran extremadamente poderosos y se deleitaban con la fuerza del otro. Deseosos de aniquilarse mutuamente, cada uno esperaba ansioso por aprovechar cualquier desliz de su adversario. Estaban encantados y parecían elefantes enfurecidos de tamaño prodigioso.
Varios fueron los modos de ataque y defensa que exhibieron con sus puños apretados. Y cada uno se lanzó contra el otro y arrojó a su adversario por los aires. Y cada uno arrojó al otro hacia abajo y lo presionó contra el suelo. Y cada uno se levantó de nuevo y apretó al otro en sus brazos. Y cada uno arrojó al otro violentamente fuera de su lugar tras golpearlo en el pecho. Y cada uno atrapó al otro por las piernas y lo hizo girar y lo arrojó al suelo. Y se golpearon mutuamente con la palma de sus manos que golpeaba tan fuerte como el rayo. Y también se golpearon entre sí con sus dedos extendidos, y estirándolos como lanzas clavaban las uñas en el cuerpo del otro. Y se dieron patadas violentas. Y se golpearon con las rodillas y cabeza contra cabeza, produciendo el choque de una piedra contra otra. Y de esta manera, ese furioso combate entre esos guerreros se libró sin armas, sostenido principalmente por el poder de sus brazos y su energía física y mental, para el deleite infinito de los espectadores.
Y toda la gente, oh rey, se interesó profundamente en ese encuentro de esos poderosos luchadores que se enfrentaron como Indra y Asura Vritra. Y los vitorearon con fuertes aclamaciones de aplausos. Y los expertos en lucha libre con el torso ancho y los brazos largos luego tiraron y presionaron y giraron y se arrojaron y se golpearon con las rodillas, expresando todo el tiempo su desprecio mutuo en voz alta. Y continuaron luchando con sus brazos desnudos de esta manera, que eran como mazas de hierro con púas.
Y, por fin, el poderoso Bhima, asesino de sus enemigos, gritando en voz alta, agarró al atleta vociferante por los brazos, tal como un león agarra a un elefante, lo levantó del suelo, lo sostuvo en alto, y comenzó a girarlo, para gran asombro de los atletas reunidos y la gente de Matsya. Y habiéndolo dado vueltas y vueltas cientos de veces hasta que se volvió insensible, lo arrojó a su muerte contra el suelo. Y cuando el valiente y reconocido Jimuta fue asesinado, Virata y sus amigos se llenaron de gran deleite.»

La evidencia escrita de las artes marciales en el sur de la India se remonta a la Literatura Sangam (சங்க இலக்கியம்), circa del siglo II a. C. al siglo II d. C., dejando claro que las técnicas de combate del período Sangam fueron de los primeros precursores. Ahora bien, al igual que otras ramas de la literatura sánscrita, los tratados sobre artes marciales se vuelven más sistemáticos en el transcurso del primer milenio de nuestra era, por ejemplo el Vajra Mushti (वज्रमुष्टि), popularmente conocido como «puño de trueno» o «puño de diamante», es un estilo de lucha que se menciona en las fuentes de los primeros siglos de nuestra era. Alrededor de este tiempo, los filósofos tántricos desarrollaron conceptos metafísicos importantes como chacra (चक्र) y mantra (मन्त्र).

Por otro lado, el Suśruta Saṃhitā (सुश्रुतसंहिता) del siglo IV d. C. identifica 107 puntos vitales en el cuerpo humano de los cuales 64 se clasificaron como letales si se golpean adecuadamente con un puño o un palo. El trabajo de Suśruta formó la base de la disciplina médica ayurveda que se enseñó junto con varias artes marciales. Con numerosas referencias dispersas a puntos vitales en fuentes védicas y épicas, se podría concluir que los primeros luchadores de la India sabían y practicaban atacar o defender puntos vitales.
Muchos de los deportes populares mencionados en los Vedas y las epopeyas, como «El Charanavyuha» escrito por Shaunaka (शौनक), tienen su origen en el entrenamiento del boxeo, la lucha, las carreras de carros, la equitación y las ciencias militares, cuyo dominio era el deber o «dharma» de la clase guerrera. Por supuesto, los reyes o gobernantes, como Siddhartha Gautama o Rudradaman, generalmente pertenecían a la clase guerrera, por lo tanto, servían como jefes del ejército por lo que todas las disciplinas anteriormente nombradas eran parte integral de su formación. Tanto así, que el monje budista chino, erudito, viajero y traductor Xuánzàng (玄奘), que viajó a la India en el siglo VII y describió la interacción entre el budismo chino y el budismo indio durante la Dinastía Tang escribió que el emperador Harsha era ligero con los pies a pesar de su avanzada edad y lograría esquivar y capturar a un asaltante durante un intento de asesinato.

También se pueden encontrar referencias a las artes de combate en los primeros textos budistas, como el Sutra del Loto que data del siglo I d. C. el cual clasificó las técnicas de combate en técnicas de bloqueo de articulaciones, técnicas de agarre, puños y proyecciones. Siddhartha Gautama mismo fue campeón de lucha y gran espadachín antes de convertirse en Buda, y esto precisamente, nos trae de vuelta a Bodhidharma quien se cree, de acuerdo a relatos existentes conocidos escritos por sus contemporáneos, provenía de las regiones occidentales, y era hijo de un gran rey de la Dinastía Pallava en el sur de la India. Fuentes posteriores, han agregado detalles adicionales, adjudicándole incluso ser descendiente de un rey brahmán, lo cual concuerda con el reinado de los Pallavas, que «afirman pertenecer a un linaje brahmán».

Según la leyenda fue Bodhidharma quien comenzó el entrenamiento físico de los monjes del Templo Shaolin, y dejó atrás el Yìjīnjīng (易筋經) después de su partida del monasterio. El Yìjīnjīng es un manual que contiene una serie de ejercicios, coordinados con la respiración, que se dice mejoran dramáticamente la salud física cuando se practican consistentemente. No sería para nada una sorpresa entonces que un individuo perteneciente a la clase guerrera no solamente tuviese acceso a estos textos y llevara consigo copias, sino que estuviste capacitado para enseñar dichas técnicas debido a su propia formación. Cuenta también la leyenda que el Yìjīnjīng y otro texto llamado Xisui Jing fueron descubiertos en las paredes del templo años después de que se fuera, y que dichos ejemplares pasaron a uno de sus alumnos del Templo Shaolin. Los monjes supuestamente continuaron practicando los ejercicios dentro del texto, codiciando egoístamente las habilidades allí plasmadas, cayendo en formas heterodoxas y perdiendo el propósito correcto de cultivar «El Camino», el verdadero propósito del documento. Sin embargo, los monjes se hicieron famosos por su habilidad de lucha, probablemente por haber obtenido este manuscrito.

Ambos documentos fueron escritos, según la mitología, en un idioma hindú que los monjes del templo no entendían bien. Y se cuenta que un monje decidió que el texto debía contener un conocimiento más valioso que simplemente la defensa personal, por ende, partió en peregrinación con una copia para encontrar a alguien que pudiera traducir el significado más profundo del texto. Finalmente se encontró con un sacerdote hindú llamado Pramati en la provincia de Szechwan que, al examinar el texto, explicó que el significado del texto era extraordinariamente profundo y más allá de su capacidad para traducir completamente. Sin embargo, proporcionó una traducción parcial. El monje descubrió que dentro de un año de practicar las técnicas que Pramati había traducido, su constitución se había vuelto «tan dura como el acero», y sintió que podía ser un Buda.
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